EL DÍA EN EL QUE ELLA SE FUE
Pues he aquí otra cálida noche de verano, pero a diferencia
de muchas otras, hoy estoy bebiendo unas botellas de Estrella con mi padre en
el balcón. Una típica bochornosa noche de verano en la ciudad Mediterránea. Esta
vez acompañada con una fuerte lluvia veraniega. Abundante y con rayos que dejan
cicatrices en el cielo de tanto en tanto.
Pero esta noche el tiempo vestía el color de mi alma, podría
decir lo mismo de mi padre pues su boca dibuja una media sonrisa mientras sus
ojos pintan un futuro solitario. Ya que el motivo de que él y yo nos sentemos
uno al lado del otro ahora mismo no es por ninguna razón paternal.
Hoy recordamos.
Ha pasado ya un año desde la peor noche de mi existencia.
Hace un año desde que la mujer de nuestra vida pasó a ser un ángel. Donde mi
madre pereció debido a un cáncer de páncreas en etapa final tardíamente
diagnosticado, dándole unas esperanzas de vida de unas pocas semanas a las que
sorprendentemente resistió más de una veintena. Otro regalo de ella.
Los temas de conversación hoy escaseaban, por lo que
honorando al motivo de nuestro encuentro decidí preguntar por mi madre. Le
pregunté a mi padre cuál era el mejor recuerdo que tiene de ella.
El respondió relatando brevemente el día en el que vine al
mundo. Pero la historia que puso lágrimas tanto en mis ojos como en los suyos fue
esta.
“Verás hijo, bien sabes que
conocí a tu madre en el cumpleaños de tu tío. A penas le conocía entonces ¿Sabes?
No tenía muchas ganas de ir, pero
no tenía nada que hacer, y los mi grupo iban a pasar la noche allí. Por lo que
decidí ir yo también.
Tenía unos 21 años por lo que no
me veía nada mal, largo pelo engominado. Llevando una camisa de color verde
radioactivo y los típicos pantalones de
campana que se estilaban entonces. Tras beber un par de copas me rondaba por la
cabeza la idea de volver a casa ya que me sentía algo cansado, más aburrido que
cansado para serte sincero, por lo que decidí ponerme en marcha a la puerta
principal. Cuando la vi bajar por las escaleras, tu madre llenó de luz y silencio
el oscuro y ensordecedor vestíbulo donde en aquel momento sonaba Kings of Leon.
Me quede paralizado hasta que,
sorprendentemente, ella se acercó diciéndome; “¿Tú eres Alex verdad? He escuchado a mi
hermano hablar de ti. ¿Te estas yendo ya?” A lo que tuve que improvisar con un,
“Para nada, solo salgo a tomar un poco el aire.” Ella dijo una cosa, yo dije
otra y al cabo de una hora estábamos sentados en las ramas de un árbol contándonos
la vida del uno y del otro como si nos conociésemos
desde hace mucho. Era un noche de verano, como ahora, donde cielo dibujaba un
paisaje estrellado con una enorme luna llena y ni rastro de alguna nube. Tras conversar
durante horas llegamos a un instante de silencio donde nuestras miradas se
encontraron y donde no pude evitar acariciar su mejilla al mismo momento donde acercaba
mis labios hasta que se encontraron con los suyos.”
Esta fue la primera que besé a tu madre.
Las semanas anteriores al día en el que tu madre nos dejó. Tras
luchar durante meses, ella decidió pasar sus últimos días en casa con nosotros.
Fueron unos días preciosos, muy intensos y agridulces a la vez. Hasta que la
noche del 14 de Junio de exactamente un año atrás, tu madre se sentía
especialmente débil. Por lo que decidimos salir contigo al balcón. Tú te sentaste
en una silla al lado mío, mientras yo decidí sentar a tu madre en mi regazo a
la vez que la abrazaba, ella apoyaba su cabeza en mi hombro.
Era una noche
preciosa, me recordaba a la primera noche que compartía con ella, ya que en el
cielo estaba dibujada la misma luna con las mismas estrellas, y al igual que
aquella noche ni rastro de nubes. La besé, a lo que ella respondió con una
sonrisa mientras nos besábamos, como si supiese al igual que yo que ese era
exactamente el mismo beso que nos dimos 27 años atrás. A los pocos segundos
notaba como su fuerza se desvanecía acompañada de lágrimas tanto suyas como
mías.
Ese fue nuestro último beso, bajo la misma luna, bajo las
mismas estrellas, bajo la misma noche de verano.
Al preguntarme por el mejor recuerdo que tengo de ella, esta
es la respuesta.
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Joan Moody.
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